Todavía dentro de ella, Martín intentaba recuperar el aliento y respirar con normalidad. Los jadeos de Zoe seguían resonando en sus oídos y aún notaba las palpitaciones de su sexo abrazando su miembro. Cada encuentro íntimo con ella era mejor que el anterior. Y no solo por el sexo, no era tan tonto como para no darse cuenta de la intensidad que estaban alcanzando sus sentimientos. Ella era el bálsamo capaz de apaciguarlo con su cercanía y a la vez, el veneno que lo impedía centrarse y sentirse dueño de sí mismo cuando se alejaba de él. Sólo podía estar en paz cuando la tenía entre sus brazos. Ahí, Martín sabía que era suya.
—Quiero sentir que también eres mía cuando deje de abrazarte. —Susurró vehemente junto a su cuello.
—Es que no soy tuya, Martín. Los seres humanos no se pertenecen. —Lo acarició con lentitud.
—No quiero que seas mía en ese sentido. Quiero adorar tu cuerpo y adueñarme de sus caricias, pero sobre todo necesito la paz que me pueda proporcionar saber que quieres lo mismo que yo.
Zoe dudó, pero finalmente habló, titubeante y temerosa de la respuesta que él le pudiera dar.
—Es que… no sé qué sientes…
A Martín se le atragantaron las palabras. Sabía lo que Zoe quería oír, pero también era consciente que era demasiado pronto para hablar de sentimientos.
—¡Ma questo e ilegal! ¡Abra la puerta ahora mismo si no quiere que denuncie al hotel por ser cómplice de un secuestro!
Zoe se tensó en los brazos de Martín y este soltó algo así como un gruñido. Con desgana y fastidiado por la interrupción, la dejó sobre el suelo. Besó con ternura sus labios y le tendió la ropa para que se vistiera mientras oían al pobre camarero excusarse con el italiano porque no podía abrir la puerta, ya que las llaves se las había entregado al soldado. Nico comenzó a dar golpes y proferir gritos llamando a Zoe.
—¡Oh Dios! Se ha liado una buena. —Zoe se recolocaba a toda prisa el sujetador y buscaba con la mirada si quedaba algo de ropa por el suelo.
—Y tan buena… —Dijo Martín mientras le dedicaba una mirada insinuante y se guardaba sus bragas, ya inservibles, en el bolsillo del pantalón.
Cuando vio que ambos estaban preparados se dirigió a la mesa, cogió las llaves y abrió la puerta.
Nico entró en tromba, empujando a Martín y buscando con la mirada a Zoe. Dos zancadas le bastaron para cogerla por los hombros y abrazarla.
—Bella, ¿estás bene?
Ella asintió pero no levantó la mirada del suelo. Le daba vergüenza que Nico adivinara lo que acaba de pasar en el despacho y no quería herir sus sentimientos, no después de lo más parecido a una declaración de amor que le había ofrecido.
El italiano intuyó que algo había sucedido y malinterpretó el silencio de Zoe como miedo.
—Amore, hablaré con la polizia, lo denunciaremos, informaré a sus superiores, lo que haga falta ma no tendrás que volver al inferno ese en el que te ha metido tu padre.
Martín observaba la escena aparentemente impasible, pero en su cuerpo comenzaban a anudarse los músculos, preparándose y acumulando tensión contenida que pugnaba por ser resuelta.
—Vayamos a mi habitación Zoe. Allí sei mas tranquila y planearemos los pasos a seguir. Ma esto no quedará así.
—Ni se te ocurra sacarla de este despacho, espagueti. —Martín se cruzó de brazos al lado de la puerta y bloqueó parte de ella.
—¡Tú! —señaló con el dedo—. No te acerques. Cómo estés a menos de dos metros de mi bella, me encargaré personalmente de que te echen del ejército y pases una temporadita entre rejas. —Se puso delante de Zoe para protegerla con su cuerpo.
—Un momento, Nico. Estás sacando las cosas de quicio… —Zoe lo empujó, pero Nico no cedió.
—No vuelvas a decir “mi bella” —Martín apretó los dientes— .Por si no te has dado cuenta, no quiere nada contigo. Ha preferido venir aquí conmigo.
—No es eso lo que me ha dicho el camarero. La has traído aquí por la fuerza y bajo falso arresto. Sei un abusador. Ella tiene miedo de lo que puedas decirle al juez, ma eso se ha acabado.
—Estoy de acuerdo contigo. Esto se ha acabado. Zoe ven conmigo, regresamos a la base.
Ella intentó salir de detrás de Nico pero este no se lo permitió.
—No tienes que ir con él —miró desafiante a Martín y afirmó—. Se queda conmigo.
El camarero permaneció mudo y anonadado durante todo el encuentro al otro lado de la puerta, pero cuando Martín caminó hacia Nico se dio la vuelta y corrió en busca de ayuda.
—Para tener una carrera como la de abogado no eres muy listo, caro mio. Zoe, dile a este imbécil de una vez la verdad para que podamos marcharnos.
—Martín…
—Ahora. —Dijo el alférez tajante.
—La estás coaccionando soldaducho.
—El que la está reteniendo contra su voluntad eres tú. Suéltala.
—¡Basta! Os comportais como dos neandertales. Hago lo que me da la gana, cuando me da la gana, como me da la gana y sobre todo, con quién me da la gana. Nico, déjame pasar. —Lo empujó con todas sus fuerzas y pudo hacerlo a un lado— .Ahora voy a salir de aquí. Necesito intimidad y os agradecería que ninguno de los dos se acercara.
Miró a Martín que entrecerró los ojos enfadado y percibió que también dolido. Si Zoe tenía que elegir entre ambos, lo tenía claro. Se acercó hasta él, le cogió el rostro con los manos y lo besó.
—¿Así es suficiente, alférez? —Susurró junto a su boca.
Él la tomó por la cintura.
—De momento me conformo, señorita de la Prada.
—Hablaré con él, pero no ahora. —Musitó Zoe.
—No hace falta que hables con él. No es que confíe mucho en su coeficiente intelectual, pero creo que lo habrá entendido. No creo que necesite un mapa.
Zoe se volvió a mirar a Nico que los observaba descompuesto.
—Tengo que hablar contigo Nico, pero ahora no. Solo te diré que no he hecho nada, absolutamente nada contra mi voluntad. Ahora dejadme salir.
Martín soltó su cintura y la vio marchar.
—Así que era eso. No estabas aquí porque tus superiores lo exigieran. No te fías de Zoe, por eso no querías que viniera sola.
—De Zoe me fio, de tí no.
—Haces benne, porque si piensas que después de lo que he visto voy a darme por vencido lo tienes claro.
—Al final va a resultar que sí necesitas un mapa.
—¿Cuánto tempo te queda soldadito? ¿Siete, diez días? È finito. Tú dentro de tu “cárcel” particular y ella libre como un pájaro. ¿Te ha dicho que se viene a trabajar conmigo a Madrid?
El peor miedo de Martín se materializaba en forma de contrato de trabajo. El tiempo con ella se agotaba y tendrían que seguir con sus vidas.
—Veo que no te ha comentado ese detalle. Aprovecha, io no soy geloso. Puedes meterte entre sus piernas estos días ma luego será mi turno.
Lo cogió por el cuello de la camisa y sin ganas de detenerse, ni fuerza de voluntad suficiente para hacerlo, le propinó un puñetazo en el pómulo que lo derribó sobre la mesa del despacho. El vigilante de seguridad y el camarero entraron en el despacho. Al ver la escena sujetaron a Martín.
El italiano se levantó y tocándose la mejilla sonrió de medio lado.
—Ora te tengo donde io quería.
Cogió el móvil y llamó por teléfono al tiempo que Martín hablaba con el vigilante para que lo soltara.
—Señor debe abandonar el hotel ahora mismo. Tengo que acompañarlo hasta la puerta.
—No es necesario, lo haré yo solo. Esperaré a la señorita que venía conmigo en la salida, dígaselo.
Zoe apareció en ese momento y entendió lo sucedido de inmediato.
—Suéltelo por favor, no iremos ya. Se lo prometo. —Dijo dirigiéndose al guardia de seguridad.
Se acercó hasta Nico y rozó el pómulo con sus dedos.
—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?
—Non ti preoccupare bella. Estoy bene. Vuelve con él. Hablaremos más tarde.
La abrazó mirando a Martín y la besó por sorpresa en los labios. Un beso corto y casto que a Martín le supo a mil demonios. Zoe, no queriendo complicar más la situación, no le recriminó el gesto a Nico. Se apartó de él, volvió junto a Martín y salieron juntos del hotel.
Después de recorrer varios kilómetros en silencio, Zoe no pudo más y decidió acabar con la incomodidad del momento.
—¿Qué ha pasado, Martín? No tendrías que haberlo golpeado. ¿Y si los del hotel te denuncian? ¿Y si se entera mi padre?
—¿Cuándo ibas a decirme que te marchas a Madrid a trabajar con él? ¿O no pensabas decírmelo?
—Es cierto que me lo ha propuesto, pero no he aceptado aún.
—Aún… pero piensas hacerlo.
—No lo sé Martín. Lo tengo que pensar. ¿A qué viene todo esto? Los dos somos conscientes que mi tiempo en la base termina. Tú no puedes venir conmigo y yo no me puedo quedar contigo. ¿Qué quieres que haga? Necesito trabajar, ganar mi propio dinero y alejarme de la influencia de mi padre.
—Entonces nuestro fin es el mismo que el de tu condena. Ahí terminará todo.
—¿Crees que quiero que esto acabe? Me subiría ahora mismo al poste otra vez con tal de que me alargaran la condena y poder pasar más tiempo contigo. Haría graffitis en los muros de la base, me encadenaría a un tanque…
Martín giró el volante y detuvo el vehículo en el arcén. La atrajo hacia él y la calló con un beso. Zoe se desabrochó el cinturón sin separar sus labios de los del alférez. Con agilidad se sentó a horcajadas sobre él y respondió a su beso con fervor. Martín metió las manos debajo del vestido y acarició sus nalgas desnudas mientras ella se movía sensualmente contra su entrepierna. Ascendió por su espalda y enredó los dedos en su cabello mientras bebían uno del otro. Absortos en su pasión y ajenos a lo que les rodeaba, no fueron conscientes del molesto sonido del móvil de Martín hasta que la insistencia de la llamada los devolvió a la realidad.
Con dificultad lo sacó de su bolsillo y respondió a la llamada con voz ronca mientras con la otra mano abarcaba un pecho de Zoe y jugueteaba con su pezón.
Paró en el acto, le bajó el vestido y la instó a sentarse en su asiento.
—Gracias, Potro. En cinco minutos estamos allí… Sí, lo sé. Tú no me has dicho nada, no te preocupes. —Colgó el teléfono y se volvió hacia Zoe—. Tenemos que llegar a la base cuanto antes. Mis superiores han recibido una llamada y me espera un comité de disciplina.
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Pero qué pasada….me habéis dejado con ganas de saber la continuación…continuación, por cierto, que se presenta muy, muy interesante, qué dificil ha sido elegir sólo uno !!
Muchas gracias por el capítulo de hoy !
Gracias Vanedis!! Es que la cosa está entre Nico, Potro o la cabo Frías… jajaja Yo como siempre a mandar. Lo que elijáis bien elegido estará. Besos!!
Que bueno el capítulo de hoy!! Wow!! Qué tensión!!
Que difícil escoger una continuación…..
Estoy deseando el próximo capítulo!!
Felicidades Tessa
Gracias Glace!! A ver qué decidís para Zoe y Martín… A ver si el próximo lo cuelo para el martes que viene. Besos!!
Buen capítulo! ¿Para cuando el siguiente? Yo he votado por que la cabo le caliente la cabeza a Zoe. Da mucho juega la maldad femenina 😛
Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!!!!!