Mia Kobayashi siente que su carrera como periodista en el Washington Post hace aguas. Por eso, cuando su jefe le ofrece la posibilidad de ir a Tokio para esclarecer un asunto turbio que podría comprometer al candidato a la presidencia de Estados Unidos, no lo duda. Una vez allí, se da cuenta de que, a pesar de tener raíces japonesas, no va a ser fácil desenvolverse en una ciudad que es de todo menos simple. La investigación la lleva hasta los bajos fondos, un territorio controlado por la Yakuza, la mafia local, que enseguida pone precio a su cabeza. El Samurái, un asesino con fama de despiadado a las órdenes del clan más sanguinario de Tokio, será el encargado de darle caza. Lo que ninguno de los dos intuye es que las cosas no sucederán como estaba previsto.
Mi opinión
Para mí, leer a Carmen Sereno es esperar lo inesperado. Y lo digo con toda la intención. Jamás se nada de lo que me voy a encontrar y siempre consigue sorprenderme, no solo valorando la novela en su conjunto una vez leída, si no en su interior con los diferentes capítulos y en la propia trama.
En un primer capítulo ágil, breve, conciso y directo conocemos a Mia Kobayashi y porqué debe viajar por motivos profesionales a Japón, el país natal de su difunto padre. Es conocido que el primer capítulo de una novela es el que debe captar el interés lector y este lo consigue de una forma incuestionable.
Cuando Mia llega a Tokyo, la narración se vuelve más intensa no solo por el peligro que corre investigando en los bajos fondos de la ciudad sino también por la emotividad que siente al recordar a su padre y el viaje que hicieron juntos cuando ella era pequeña. Un Japón que ha idealizado pero poco a poco esa imagen idílica, consecuencia de la nostalgia, se va desmoronando. Fruto de su labor periodística se juega la vida en varias ocasiones intentado demostrarse a sí misma su valía como profesional y esa narración trepidante hace que el lector se encoja en su asiento sin poder averiguar cómo va a salir del atolladero. Y así es como el temible Samurái se cruza en su camino.
Ambos se verán obligados a permanecer juntos y eso creará unos lazos que serán difíciles de romper pero también de mantener. Él pertenece a la Yakuza y ella es una periodista que ha metido las narices donde no debía. Pero todos sabemos lo que ocurre cuando dos personas se muestran como son sin importar lo que hay fuera. El romance es inevitable pero también es maduro. Es un romance adulto que aunque se muestre igual de natural, sincero y pasional que un amor juvenil, tiene los pies en la tierra y sabe que los factores externos pueden enturbiar la relación.
El Samurái es un personaje del que no quiero hablar. No porque no merezca todas las páginas posibles pero es mejor conocerlo a través de los ojos de Mia y también de los de Carmen que es una amante de los pequeños detalles que calientan los corazones. Eso no quita que juegue con el lector y nos haga sufrir.
Conocemos a dos personajes principales pero como casi siempre pasa en las novelas de la autora hay un tercero: la ambientación, en este caso, Japón. Este exótico país juega un papel muy importante ya que nos envuelve y nos atrapa durante la mayor parte de la lectura. Se le critica y se le ama al mismo tiempo. No en vano amar algo no significa no ser capaz de ver sus defectos. Por sus calles paseamos de noche entre el peligro, la venganza, la nostalgia y los locales de dudosa reputación. Pero no todo es oscuridad, también en las montañas disfrutaremos de un paisaje idílico donde Mia y el Samurái darán rienda suelta a sus corazones.
Es una novela de suspense romántico en la que todos los ingredientes no solo están bien equilibrados si no que acaparan el mismo interés para el lector. Es una historia impecablemente bien escrita y narrada apoyándose en reflexiones cotidianas que te hacen valorar a los personajes y cuestionarte a ti mismo. Maravillosamente ambientada en Japón viviremos un romance lleno de sentimiento, atracción, madurez y la necesidad vital de proteger al otro a toda costa.
No puedo hacer otra cosa que no sea recomendarla, para mí se ha convertido en una de mis favoritas.
Mysticnox
A ver si ahora me deja comentar, jo! Te decía que tengo pendiente leer algo más de Carmen y este tiene buena pinta aunque a mi lo oriental no me llame nada este si que tiene un algo. Besinos!!
Para mí es mi preferido junto con Nadie muere en Wellington. Lo bueno que tiene Carmen es que hay donde elegir entre sus libros, todos son diferentes tanto en personajes como en ambientación.
Un abrazo fuerte, Vero