La tarde se le hizo un poco larga. Ordenar y organizar no era lo suyo. Además no vio a Martín a partir del mediodía. Hasta ese momento aparecía a su lado en cuanto tenía que cambiar de tarea o le surgía algún problema, aunque desaparecía de la misma manera, lo que era un verdadero fastidio.
—Bueno Señorita. Mañana a la misma hora.—Se despidió el apuesto alférez acompañándola a recepción.
—¿No me registra a la salida?
—¿Lo echa de menos? —sonrió Martín— No hace falta, no me imagino donde podría esconder nada en semejante vestuario.
Zoe enrojeció un poco y contestó:
—Esta mañana llevaba el mismo vestido y bien que me ha “cacheado”.
—Si insiste…—Caminó hacia Zoe mientras esta soltaba un bufido, se daba la vuelta y salía del cuartel.
…